Saltar al contenido

Berlín, Campo de Concentración Sachsenhausen.

Nos despertamos el día más frío de todos en Berlín. Frío en todos los sentidos, climatologicamente y emocionalmente hablando. Hoy teníamos programada la visita al Campo de Concentración de Sachsenhausen.

Repitiendo el recorrido inicial del día anterior, salimos del hotel dirección Alexanderplatz donde nos esperaba Paco, nuestro guía. Una vez comprado el bono de transporte ABC (aquí podéis ver como sacarlo), tomamos el tren, y en 1 hora nos bajábamos en la estación de Oranienburg. Allí tenemos 2 opciones para llegar al campo de concentración; ir caminando sobre 2 km, o coger un bus que en 10 minutos te deja en las puertas del campo.

Debido a las tan bajas temperaturas, Paco nos recomendó coger el bus. Una vez llegado allí, descubrimos una urbanización muy mona de casitas independientes con su jardín. En ningún momento, se puede uno imaginar lo que no íbamos a encontrar en este lugar.

CAMPO DE CONCENTRACION SACHSENHAUSEN

Una vez cruzada la puerta de acceso a la zona, entramos en el centro de visitante donde Paco pudo empezar a darnos explicaciones de lo que íbamos a ver.

Este campo de concentración  fue construido por los nazis en 1936 para internar o liquidar masivamente a opositores políticos, judíos, gitanos, homosexuales, posteriormente también prisioneros de guerra y finalmente Testigos de Jehová. Aproximadamente unos 30.000 prisioneros de todo tipo fueron asesinados dentro del campo.

Con la ocupación soviética de Alemania Oriental, entre agosto de 1945 y la primavera de 1950, fue transformado en un campo especial del NKVD donde se recluyó a unos 60.000 presos políticos, así como militares y funcionarios del III Reich. 12.500 de ellos murieron, en su mayoría de malnutrición y enfermedad.

En nuestro recorrido, visitamos algunos barracones que se mantienen en pie para su exposición, el comedor, la enfermería, y el foso de fusilamiento, entre otros lugares.

Algunas explicaciones de Paco fueron impactante, os cuento una de ellas:

Cuando ya tenían decidido quienes iban a morir, le decía que los iban a trasladar a un mejor campo, o que lo dejaría en libertad, pero primero los iban a asear. Pobres inocentes, los llevaban a una cámara de gas, que se parecía a un baño común con duchas. Cuando estaban todos dentro, abría las «duchas», donde salía el veneno y morían.

Como estas, fueron decenas de historias a cual de ellas más abrumadoras que Paco nos relató.

La enfermería fue uno de los lugares que más me impresiono, y sin embargo solo vimos una pequeña casita con habitaciones enlosadas de blanco, y un inmenso sótano. Pero cuando te cuentan, que allí los enfermos no salían vivos porque los utilizaban para hacer pruebas y experimentos con ellos, y que ese sótano solía estar hasta arriba de cadáveres, la perspectiva del pequeño edificio cambia radicalmente.

Pero aunque el ser humano muchas veces sea su mayor enemigo, siempre existen héroes y personas buenas.  Paco nos contó una historia de un médico que gracias a él, salvo la vida de varios niños, ayudandoles a escapar.

La visita da perfectamente para varias horas (5 o 6 horas), su entrada es gratuita, y tienen audioguias en español. Pero yo personalmente, recomiendo llevar guía. Paco sabia transmitir sus conocimientos del tema, de una forma respetuosa, pero a la vez veraz. Sensibilizandonos con el tema.

Allí, no encontrareis ningún lugar para comprar comida ni bebidas. Ni tampoco lugares donde sentarte a comer. Esto no es un parque de atracciones, es un lugar de sufrimiento y de recogimiento. Y siempre hay que visitarlo, respetando mucho lo que se ha ocurrido en este lugar. Aún puede haber familiares de estas personas que perdieron la vida ahí, visitando estas instalaciones.

Sé que a muchos les parece horrible realizar un tipo de visita como esta, pensando en el morbo. Pero yo no estoy de acuerdo, la historia esta aquí para conocerla, y para que se mantenga en el tiempo, igual que vamos al palacio de Postdam a ver como vivieron los reyes Prusianos, o vamos al Museo de Pergamo a contemplar la puerta de Babilonia, todo es historia. Todo debe de ser mantenido a lo largo del tiempo tanto lo bonito como lo feo. Porque es nuestro legado como humanidad, aprender o intentar aprender de los errores cometidos en el pasado. No es bueno ocultar, siempre la verdad es mejor aunque no sea lo que nosotros quisiéramos que fuese. En este enlace podéis hacer la reserva con tour guiado que fue el que hicimos nosotros.

CHOCOLATERIA RAUSCH 

Una vez concluida esta visita, volvimos a Berlín. El día nos había dejado helados,  caminando en el campo de concentración con una temperatura de -18 grados. Fue el día que más frío pasamos de todos. Así que nuestra idea, nada más volver a Berlin, era dar un paseo por el barrio Judío y  buscar la mejor chocolatería de la ciudad.

En nuestro corto paseo por el barrio Judío, pudimos contemplar por fuera la Sinagoga con su espectacular cúpula, pero por desgracia estaba cerrada. Así que ya nos dirigimos a :Rausch Schokoladenhaus. Se encuentra muy cerca de la Gendarmenmark, esta tienda de chocolate es muy famosa por la calidad del mismo. Primero hicimos un breve recorrido por la tienda donde tienen expuestas algunos monumentos hechos de chocolate, por ejemplo, el Reichtag, la puerta de Brandemburgo o el Titanic…. Una vez gastado una indecente cantidad de dinero en chocolate (no podía salir de allí sin compararme varios tipos para probarlos y regalar), subimos a la primera planta que es donde se encuentra la cafetería.  Yo me pedí un café con chocolate blanco, el mejor que me he tomado en mi vida. Ayy qué bueno y qué calentito…. Cuanto apetece después de este día tan frío……

Cada lugar que visitamos mi hijo se trae una camiseta de fútbol del país en cuestión, le gusta coleccionarlas, así que nos dirigimos hacia Mall Berlín, un centro comercial, ubicado en la Posdamerplatz, y buscamos la tienda oficial del Bayern de Munich. Aprovechamos para dar un paseito y ver algunas tiendas, mientras los niños se intentaban tirar de una tobogán que tiene el centro comercial.

PUERTA DE BRANDEMBURGO DE NOCHE

Siguiente y última parada del día fue la puerta de Brandenburgo, no me podía ir de la ciudad sin hacerme una foto de noche en ella. Así que inmortalizamos ese momento.

Y ya nos quedaban pocas fuerzas, hacia mucho frío, estábamos muy cansados, volvimos a nuestro hotel, no sin antes pararnos a cenar en nuestro restaurante italiano favorito, Cinque Stelle.

De esta forma concluyó este día tan duro, cuando caímos rendidos en la cama, cerrando nuestros ojos y pensando ya que esta era nuestra última noche en Alemania.

Si queréis verlo en vídeo, donde las imágenes valen más que mil palabras aquí os lo dejo:

Etiquetas:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *